En una ocasión Spurgeon se acercó a un orgulloso predicador que bajaba del púlpito humillado por su pobre desempeño, a quien dijo: Si hubieras subido al púlpito como bajaste, hubieras bajado como subiste. El orgullo no hace acepción de personas, tanto acompaña al predicador al púlpito como a cada uno de nosotros en todo quehacer. […]